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La teoría de género consiste en la comprensión de la sexualidad como una construcción, frente a la noción de la sexualidad fundamentada en la naturaleza. En este sentido, el género se entiende como una construcción que el poder del patriarcado ha impuesto sobre la sociedad -y, en particular, sobre las mujeres-, para subyugarla. La revolución sexual se plantea como un medio para liberarse de dicha opresión y alcanzar una vida plena. Este paradigma ha sido asumido y promovido por el poder cultural y político que es, efectivamente, el principal agente en favor de la revolución de género. Dada la omnipotencia del poder político desde el comienzo de la Modernidad, es razonable plantearse si ha sido el feminismo de género el que ha conquistado el poder o si ha sido el poder el que ha promovido el género para servir a sus propios fines. No es menos importante plantearse qué consecuencias tiene la consolidación social de la ideología de género para la humanidad, desde lo más concreto hasta lo más metafísico.